Nutrir el alma

22.11.2019

Escrito por Carola Leiva

Nuestra salud depende de tres áreas: cuerpo, mente y alma. Para tener una salud óptima, estas áreas deben estar balanceadas. La mayoría de nosotros tenemos una o más áreas desarrolladas o cuidadas de mejor manera que las otras, y lamentablemente nuestra alma casi siempre es la menos cuidada.

Recuerdo que de pequeña íbamos todos los domingos a misa, esto era algo normal para nosotros, además era el momento en que disfrutábamos de la compañía de mi querido padre. Educada en familia y colegio católicos, siempre tuve una fe muy grande. Pero los años pasaron y las costumbres fueron cambiando. Mi hermana y yo, ya no queríamos pasar la mañana de domingo en una iglesia, entonces nuestra costumbre cambio a domingo familiar. Esas dos costumbres que en ese momento no entendía el fin, y lo veía como una "obligación", hoy me ayudan a entender que eso era parte de lo que mis padres consideraban cuidar el alma.

He leído bastante sobre el nutrir el alma, y he llegado a algunas conclusiones que me gustaría compartir. Estas son las formas que yo considero más importantes o resumidas de alimentar esta área:

1. Tener un hobby o pasión por algo. Puede ser un deporte, cocinar, jardinear, pintar, etc. Haz una reflexión de que cosas hacías cuando más pequeño, qué era lo que disfrutabas tanto, quizás por ahí puedas encontrar una clave.

2. Pasar tiempo con amigos y familia. Que rico es sentarse con amigos, sobre todo aquellos que se conocen de tanto tiempo a simplemente reír, recordar, conversar. Lo mismo con la familia, cuando hay juntas familiares y se ríen, regalonean, te tratan como niño aunque ya eres un adulto y tú tratas de igual forma a tus sobrinos, hijos, etc. Pero ojo, a veces uno tiene amigos o familiares que hacen el efecto contrario, y nos debilitan y amargan un momento que podría haber sido excelente. Tenemos que saber elegir a quienes consideramos amigos y familia, con los cuales queremos disfrutar no sólo por compromiso, sino por placer.

3. Meditar y/o rezar. Yo hago ambos, a veces rezo (aún tengo muy inculcada la religión), y a veces medito sobre la vida. Sola o acompañada. En ocasiones me ha pasado que vamos a la playa con mis peques y mi pareja y los veo jugando, chapoteando en el agua, con un atardecer de maravillas y el océano de espaldas, y solo pienso en lo feliz que soy y lo feliz que me hace verlos felices. Y de ahí comienzo a calmar mi alma por un segundo, pueden pasar muchos minutos y solo me quedo con esas sensaciones, sin pensar en nada.

4. Haz feliz a alguien. Una de las actividades que más recuerdo me marcó y ayudó mucho fue el apadrinar una hogar de niños o adolecentes todos los años en mi colegio. El ver otras realidades tan difíciles y distintas a las mías, me hicieron valorar lo que tenía y me dieron ganas de ayudar a la gente. Toda mi vida he hecho trabajos voluntarios en diversas áreas, y debo admitir que lo amo. La sensación que deja el ayudar a otra persona es enorme.

5. Comienza a tener afirmaciones positivas. Cada vez que nosotros pensamos algo, positivo o negativo, se queda en nuestra mente y lo vamos absorbiendo más y más en la medida que se va repitiendo. Si tus pensamientos son tan negativos porque no ves el lado bueno a algo, comienza a pensar en cómo sería eso mirado de un lado positivo. Cuando tuve un óbito, sentí que el mundo se derribó sobre mí. Que ironía fue el estar con una pieza lista para recibir a un bebé, ir a las 37 semanas de embarazo al hospital y tener un parto vaginal de un feto que ya no tenía latidos. Creo que tuve unos pocos días de sentirme destrozada porque no veía la razón, pero después lo reevalué, y en realidad no era el momento indicado. Mis pensamientos comenzaron a cambiar y en vez de buscar culpables (yo me sentía la mayor culpable de todas), comencé a pensar positivo, a hacerme exámenes, cambiar ciertas rutinas y poner límites, a cuidar de mi familia, y estar agradecida por los hijos que ya tengo, y agradecida de que me dieran la oportunidad de esperar hasta que el momento sea el correcto para traer un bebe, o no traerlo y estar contenta por ello. Personas que me veían y sabían lo que nos había pasado me preguntaban si estaba bien, hasta mi psicóloga no entendía como podía estar tan bien en tan poco tiempo a pesar de lo malo que fue todo. Fueron sólo esas afirmaciones y pensamiento positivos que me ayudaron a sobrellevar uno de los momentos más dolorosos de mi vida.

6. Da gracias por lo menos una vez al día. Hay tantas cosas por qué estar agradecidos, como el haber dormido en una cama calientita y cómoda, despertarse sin ningún dolor, tener comida para alimentarnos, tener una familia, trabajo, amigos, animales, por tener nuestro cuerpo bueno para poder llegar a otro destino, poder ver, oler, etc. Yo creo que si piensan en qué podrían agradecer, se sorprenderían de ver tantas cosas de qué estar agradecidos, todos tenemos por lo menos una cosa por la cual nos sentimos agradecidos, y eso es importante mencionarlo.

7. Date unas vacaciones. Si tienes los recursos disponibles para poder ir a otra ciudad/país y salir de tu rutina diaria hazlo, o sino hasta un día entero en la playa, campo, montaña, puede sacarte de tu rutina y despejar tu mente, disfrutar de la naturaleza, amigos, familia, lugares, gente, sabores.

© 2019 El Blog de Carola Leiva. Todos los derechos reservados.
Creado con Webnode
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar